La novia francesa
Estamos un grupo de amigos, 4 o 5, que en algunos momentos será la familia, en una ciudad de Francia (puede que París, o a ratos París). Paseando en paralelo al río (un buen río enorme, como el Sena). Yo estoy distinto, algo rubio, algo más nórdico, creo que con una mínima perilla, y a veces no seré exactamente yo, como si me viera desde fuera sin ser yo, pero siendo en definitiva yo. Casi desde el principio aparece la chica francesa. Guapa, rubia, serena, una belleza tranquila, algo de estatua fina. Nos tiraremos al río, por turnos, de vez en cuando. Nadando con la misma normalidad que si fuéramos andando. Y cuando salimos de las aguas del río estamos inmediatamente secos. Tirarse al río es un juego y una valentía. Paseos en grupo o solos, o sentado con la francesita en una terraza. Hay momentos en que la pierdo de vista entre el gentío, que es muy abundante, pero siempre termina apareciendo, siempre termino encontrándola, ahora o al día siguiente.
Estamos un grupo de amigos, 4 o 5, que en algunos momentos será la familia, en una ciudad de Francia (puede que París, o a ratos París). Paseando en paralelo al río (un buen río enorme, como el Sena). Yo estoy distinto, algo rubio, algo más nórdico, creo que con una mínima perilla, y a veces no seré exactamente yo, como si me viera desde fuera sin ser yo, pero siendo en definitiva yo. Casi desde el principio aparece la chica francesa. Guapa, rubia, serena, una belleza tranquila, algo de estatua fina. Nos tiraremos al río, por turnos, de vez en cuando. Nadando con la misma normalidad que si fuéramos andando. Y cuando salimos de las aguas del río estamos inmediatamente secos. Tirarse al río es un juego y una valentía. Paseos en grupo o solos, o sentado con la francesita en una terraza. Hay momentos en que la pierdo de vista entre el gentío, que es muy abundante, pero siempre termina apareciendo, siempre termino encontrándola, ahora o al día siguiente.
Rumanía 2 - España 1
Estamos en pleno Mundial de fútbol, tenemos que mantener el título de campeones del mundo. Estamos en la segunda o tercera ronda, debe de ser en octavos. Jugamos contra Rumanía. En el primer tiempo no hay goles, a pesar de algunas claras ocasiones. La selección española juega con calma y tranquilidad, demasiada tranquilidad y seguridad, quizá. En el segundo tiempo no se sabe cómo los rumanos meten dos goles. El horror, el pánico, las prisas, tenemos un cuarto de hora para, por lo menos, meter dos goles y así empatar e ir a la prórroga. Toda la artillería del equipo español a tope. Metemos un gol rápidamente. Ya sólo nos queda un tanto para equilibrar el resultado. Últimos minutos, últimos asedios al equipo rival. Estoy seguro de que el gol habrá de llegar. Estamos viendo otra jugada más y... ¡casi, por muy poquito! Se repiten las ocasiones una tras otra. Pero el tiempo vuela... y ya sólo quedan unos 3 minutos... Máxima emoción, máxima tensión.
Estamos en pleno Mundial de fútbol, tenemos que mantener el título de campeones del mundo. Estamos en la segunda o tercera ronda, debe de ser en octavos. Jugamos contra Rumanía. En el primer tiempo no hay goles, a pesar de algunas claras ocasiones. La selección española juega con calma y tranquilidad, demasiada tranquilidad y seguridad, quizá. En el segundo tiempo no se sabe cómo los rumanos meten dos goles. El horror, el pánico, las prisas, tenemos un cuarto de hora para, por lo menos, meter dos goles y así empatar e ir a la prórroga. Toda la artillería del equipo español a tope. Metemos un gol rápidamente. Ya sólo nos queda un tanto para equilibrar el resultado. Últimos minutos, últimos asedios al equipo rival. Estoy seguro de que el gol habrá de llegar. Estamos viendo otra jugada más y... ¡casi, por muy poquito! Se repiten las ocasiones una tras otra. Pero el tiempo vuela... y ya sólo quedan unos 3 minutos... Máxima emoción, máxima tensión.
Buscando a mi hijo por la noche
Estamos en Madrid, por la noche, bien entrada la madrugada, en un coche en el que vamos un montón de gente (más de la que en realidad podría caber). Como si volviéramos de viaje (quizá de gira). Se para el coche, que me bajo. Me tiro un buen rato sacando cosas del coche, mochilas, paquetes y no sé qué. Ah, y esto que se me olvidaba, y esto otro, y sigo sacando cosas, del maletero, de dentro del coche. El resto me mira con mala leche, como enfadados conmigo. Parece que no entraba dentro de los planes que me bajase ahora. Ya he sacado todo. Ahora hay que coger un taxi. Buscando el taxi me encuentro con una conocida (puede que Marta Sánchez), que también busca taxi y anda algo desesperada ya porque no hay manera de localizar un taxi. De pronto me acuerdo de mi hijo, que se me ha olvidado sacarlo del coche (aunque parece que antes no venía dentro). Como si no hubiese pasado el tiempo el coche en el que veníamos apenas ha avanzado unos metros. Corro hacia él para detenerlo. Mi hijo no está dentro y no me dicen dónde está.
Estamos en Madrid, por la noche, bien entrada la madrugada, en un coche en el que vamos un montón de gente (más de la que en realidad podría caber). Como si volviéramos de viaje (quizá de gira). Se para el coche, que me bajo. Me tiro un buen rato sacando cosas del coche, mochilas, paquetes y no sé qué. Ah, y esto que se me olvidaba, y esto otro, y sigo sacando cosas, del maletero, de dentro del coche. El resto me mira con mala leche, como enfadados conmigo. Parece que no entraba dentro de los planes que me bajase ahora. Ya he sacado todo. Ahora hay que coger un taxi. Buscando el taxi me encuentro con una conocida (puede que Marta Sánchez), que también busca taxi y anda algo desesperada ya porque no hay manera de localizar un taxi. De pronto me acuerdo de mi hijo, que se me ha olvidado sacarlo del coche (aunque parece que antes no venía dentro). Como si no hubiese pasado el tiempo el coche en el que veníamos apenas ha avanzado unos metros. Corro hacia él para detenerlo. Mi hijo no está dentro y no me dicen dónde está.
Erección de caballo
No recuerdo lo anterior, pero ahora, soñando, la tengo durísima, a reventar, queriendo aprovechar la erección con Eva, que estará a mi lado a veces y otras como hablando con ella al teléfono. Me la chupa, me la menea, pero tenemos que interrumpirnos, porque estamos en una especie de salón enorme, en una cama o en un sofá, y pasa por allí Javiertito, que le da por hablar y es que no para de hablar, preguntarnos cosas y raja que te raja, y yo desesperado, aguantando con la erección que empieza ya a ser dolorosa. Javiertito está a unos cuantos metros de distancia, a punto de atravesar una puerta y desaparecer, pero nada, que no termina de irse. Hasta que al fin desaparece. Mas ahora está al teléfono Viridiana, que dice que me comprende perfectamente. Y yo ahora solo, cada vez más erecto. Se me viene a la mente Raqs como fuente de inspiración para apaciguar y aliviar la tensión carnal de la sangre, ella de pie, de perfil, en el centro del salón, a unos metros, con medias negras que dejan su culo al descubierto, quizá botas negras.
No recuerdo lo anterior, pero ahora, soñando, la tengo durísima, a reventar, queriendo aprovechar la erección con Eva, que estará a mi lado a veces y otras como hablando con ella al teléfono. Me la chupa, me la menea, pero tenemos que interrumpirnos, porque estamos en una especie de salón enorme, en una cama o en un sofá, y pasa por allí Javiertito, que le da por hablar y es que no para de hablar, preguntarnos cosas y raja que te raja, y yo desesperado, aguantando con la erección que empieza ya a ser dolorosa. Javiertito está a unos cuantos metros de distancia, a punto de atravesar una puerta y desaparecer, pero nada, que no termina de irse. Hasta que al fin desaparece. Mas ahora está al teléfono Viridiana, que dice que me comprende perfectamente. Y yo ahora solo, cada vez más erecto. Se me viene a la mente Raqs como fuente de inspiración para apaciguar y aliviar la tensión carnal de la sangre, ella de pie, de perfil, en el centro del salón, a unos metros, con medias negras que dejan su culo al descubierto, quizá botas negras.