29 noviembre 2011


Sueño (64) publicado en Un laboratorio indecente el 25/11/2011


(64) Charlando con los miembros de Front 242

soñando que charlo con los miembros de Front 242 en un bar de copas tras un concierto: ver más contenidos sobre Front 242
Estoy en un bareto de copas por la noche, tomando algo, hablando con el barman. Hay muy poca gente presente, apenas cuatro gatos. De pronto están al lado los miembros (hay tres o cuatro) del grupo Front 242, que deben haber venido aquí después de dar un concierto. En seguida me pondré a hablar con ellos. Les hablaré en español, en alemán e inglés, haciendo un singular batiburrillo entre los tres idiomas, entremezclándolos. Ellos me entenderán perfectamente, y curiosamente me responderán en español. Les diré que soy acérrimo fan suyo desde el 83-85. Aunque en realidad empecé a escucharles a finales de los ochenta, les he dicho que empecé a escucharles antes de lo que fue en realidad para hacer más hincapié en lo fan incondicional que soy de su música, una de mis favoritas. Se sienten muy halagados. De entre todos los miembros de Front 242 me responderá uno siempre, el más próximo, es pues con él con quien hablo principalmente.

Les preguntaré por Blixa Bargeld, ya que no le veo con ellos. Esto es un anacronismo propio del sueño, ya que el cantante Blixa Bargeld no perteneció nunca a Front 242, sino a la formación alemana Einstürzende Neubauten, mientras que los Front 242 son belgas y tienen otro estilo musical, aunque coinciden en puntos industriales. Mas en la lógica del sueño Blixa Bargeld pertenece a los 242, de hecho me responde mi interlocutor que Blixa ya no está con ellos, me explica que lamentablemente perdió un diente y con ello perdió todo su encanto. Y yo pienso que es una pena haber perdido el componente poético del grupo. Me sigue indicando el músico que ahora tienen de cantante a una chica y me la señala, está un poco más allá, es menuda pero atractiva, rubia casi platino y lleva vestido ajustado, quizá con partes de látex. Ajajá, asiento.

Sigo mirándoles, no me atrevo a preguntar, pero estoy intrigado en saber si alguno de los presentes es Bresanutti. Mi interlocutor, alto y delgado, y siempre atento, decide darme una entrada doble (o sea, una entrada que vale para dos personas) para asistir a su próximo concierto. La acepto al instante. Aunque no voy a poder ir al concierto, quiero quedarme la entrada como recuerdo para algún día enseñársela a mi hijo como prueba de haber estado charlando con los Front 242. Le dará primero esa doble entrada al barman no sé para qué, quizá para que selle su validez, para que acto seguido el barman me la dé a mí. Pero justo en ese momento, antes de recibir mi doble entrada de manos del barman, se despierta Amador, mi hijito, que de pronto se encontraba durmiendo colgado de una hamaca en la pared contigua (así el bareto repentinamente es medio casa también).

Voy corriendo a atender a mi chiquitín. Justo debajo de la hamaca de Amador, hay otra hamaca, igualmente sujeta a la pared en sus extremos, donde duerme Matías, el bebé de mi vecino y amigo Javiertito. Matías seguirá durmiendo. Con Amador la cosa se complica, se medio duerme pero se vuelve a espabilar repetidas veces y tras varios intentos en que le cambio la posición en la hamaca o cambio la posición de la hamaca, poniéndola del revés por ejemplo, o sino lo cojo en brazos y lo acurruco. Pero parece una misión imposible el que se duerma, siempre se espabila y se lía a hablar todo animado. Y estoy algo nervioso, a ver si se van a ir los miembros de Front 242 y me quedo sin la entrada...

El libro de los sueños del autor José Martín Molina
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.

ver más información sobre el libro Sueños
adquirir el libro en España y Europa
adquirir el libro en Argentina
adquirir el libro en México
adquirir el libro en Colombia
comprar eBook en Amazon

28 noviembre 2011


Sueño (63) publicado en Un laboratorio indecente el 24/11/2011


(63) Viviendo como ricos

soñando con que vivimos como ricos en una fabulosa mansión de varios pisos con innumerables estancias muy lujosas
Parece que tengo un puesto político destacado en la administración o la gobernación. Lo cual nos ha enriquecido mucho y ahora vivimos en una casa gigantesca de dimensiones colasales y palaciegas. Hay salas, habitaciones, salones, por todas partes, varias plantas, escaleras, galerías, incluso algunos patios interiores. Además cada estancia, grande o pequeña o inmensa, tiene un estilo diferente. Salas lujosas con telas rojas o granates plagadas de sofás pegados a las paredes. Salas más modernas con diseño minimalista. Salas imitando estilos rurales... Con distintas iluminaciones de todo tipo. Una casa-palacio de ricos, vamos. Y siempre estará llena de gente, por todos los lados, en todas las estancias. Eva y yo haciendo de exquisitos anfitriones, de aquí para allá, muy atareados, con unos y con otros. Eva aparecerá vestida de cuando en cuando con un nuevo modelo: telas suntuosas, disfraces variopintos de todo tipo, trajes y vestimentas de alta costura. Recuerdo una aparición de Eva espectacular, con un ajustado vestido de cuerpo entero, elegantísimo, de color granate intenso; estará absolutamente regia y preciosa, muy distinguida, causando una hipnótica impresión. Eva, pues, encantada con su papel de reina acaudalada, pero esto la hace algo distante, incluso muchas veces se olvida de nuestro hijito, Amador.

Le comentaré a alguien que me encantaría, en memoria de mi padre, que viniese Imanol Arias en el papel de Antonio Alcántara de la serie Cuéntame como pasó. No sé como lo han hecho, supongo que les habrá costado un riñon, pero aparece Antonio Alcántara, con frases suyas típicas de la serie. Pero me fijo un poco mejor y no es Imanol Arias, sino otro actor, que aunque no se parece físicamente, está muy bien disfrazado y maquillado. El actor será Carlos Hipólito. Eva se alegrará mucho de verle. Así pues, durante el sueño, entablaré alguna que otra vez, trato con el personaje de Antonio Alcántara, imitándole yo mismo.

Dentro de todo este jolgorio de recepciones y múltiples huéspedes e innumerables salas, habrá un leit motiv: encontrar a Eva. Constantemente la perderé de vista. Y buscarla será una odisea. No funcionan los móviles, con lo que es muy difícil encontrarla entre la vastedad de tantas estancias repartidas en distintos pisos y alturas. Y siempre está el temor de que me esté engañando con alguien, incluso con el mismo Hipólito, ya que está un tanto promiscua. Un par de veces debe ser que llego justo antes de tiempo, antes de que incurra en infidelidad. Una de esas veces con otra mujer.

Y habrá otra tónica general durante el sueño. Que perdemos a nuestro hijo y no lo encontramos y es igualmente difícil dar con él es este laberinto palaciego. En una ocasión salimos Eva y yo de nuestra fabulosa vivienda a la calle, en busca de Amador. Caminaremos al lado de la boca de un puente enterrado por donde pasan los coches, al lado de algunas fachadas tapadas por andamios. Y ahí, dado lo difícil de encontrarse en la actual mansión, nos trasladamos rápido a un piso normal, de proporciones grandes, pero no desmesuradas, o sea, controlables. Sin embargo, esta segunda vivienda, en seguida, se vuelve a convertir en una magnífica morada con infinitas salas con infinitos ambientes, osea, prácticamente una copia de la anterior. Con lo que se repiten las mismas problemáticas de primero encontrar a Eva, temiendo sus posibles escarceros, y segundo, buscar y encontrar juntos a nuestro niño. Un sueño recurrente.

Ahora, tipo documental, como desde fuera, se narra unos hechos que nos han pasado y es que Amador estaba bajando por una rampa mecánica (parecida a las que suele haber en los centros comerciales), entre otra gente y quizá otros niños. Desde la rampa paralela ascedente iré a cogerle. El documental describe un accidente, cómo yo tropiezo y caigo hacia abajo y según el documental me salvo sin daños como pasó en el año de mi nacimiento, 1971. Pero Amador, que cae detrás de mí... Y aquí mantengo el corazón en vilo, atenazado en un puño, rogando por favor no, por favor no, viendo como un maletín pesado cae detrás de Amador. Me imagino lo peor, que el maletín al terminar la caída por la rampa golpea a mi hijo en la cabeza y lo deja paralítico o algo así... es lo que tiene toda la guisa de ir a informarnos la noticia-documental... Pero no, hay suerte, aparece una imagen fija donde estamos, al final de la caída por la rampa (en la base de la rampa) primero yo (el que está más abajo), luego Eva y Amador y encima dos tíos míos, por otro lado completamete desconocidos, que son los que han sufrido la tragedia del impacto del maletín, con lo que están inmóviles, tiesos, seguramente muertos, pero ¡¡¡con su providencial presencia han salvado la vida de mi hijo!!!

El libro de los sueños del autor José Martín Molina
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.

ver más información sobre el libro Sueños
adquirir el libro en España y Europa
adquirir el libro en Argentina
adquirir el libro en México
adquirir el libro en Colombia
comprar eBook en Amazon

27 noviembre 2011


>> ir a la última entrega del horóscopo semanal

horóscopo semanal de aries ARIES
Si ves las cosas de color negro o mustio, haz una cosa: píntalo todo de amarillo o de rosa. Tú ya sabes a qué nos referimos. Por otro lado hacia finales de esta semana conocerás a alguien que cambiará tu vida. Reconocerás a ese alguien en seguida por sus enormes y espantosas orejas de burro. En los demás temas relacionados con tu vida te diremos que la suerte te acompañará, aunque de lejos.

horóscopo semanal de tauro TAURO
Se acercan las Navidades, así que aprovechamos para avisarte. Estas Navidades que vas a vivir no se van a parecer en nada a cualquier cosa que seas capaz de imaginar. Como no queremos traumatizarte seriamente antes de tiempo, de momento no te decimos más. Ya te iremos preparando convenientemente según se acerquen las fiestas navideñas, así que estate atento a nuestro famoso horóscopo semanal…

horóscopo semanal de géminis GÉMINIS
Salvo unas pocas horas alrededor de las horas que contiene el miércoles, vas a tener una dichosa semanita un poco rarita. Te sucederán todo tipo de situaciones inexplicables y mosqueantes. En nuestras predicciones (acompañadas con un poco de las predicciones del Tarot de los Araucanos para dilucidar mejor tu futuro) aparece con claridad la presencia de un fantasma taimado y cabroncete, que seguramente será el artífice de los improbables acontecimientos que te habrán de ocurrir esta semana. Y lo peor es que no hay solución. Así que prepárate para lo más inverosímil.

horóscopo semanal de cáncer CÁNCER
Cáncer rima con Panzer. Sin embargo, en estos días, todo lo que te pase tendrá relación con las palabras que riman con perdiz o con nariz. Como desliz, aprendiz, feliz, regaliz, meretriz, emperatriz, institutriz, actriz, cariz, cicatriz… Y no te quejes, que la rima podría ser peor.

horóscopo semanal de leo LEO
Un asesino múltiple se cruzará en tu camino y tendrá unas ganas enormes de cortarte en pedacitos cuadrados de la misma dimensión de un terrón de azúcar mediante la técnica de diseccionar en trocitos con el uso de un hacha gigante. Si quieres salvar tu vida, tienes una opción, pero sólo una: Ser fino como la lluvia y rápido como el viento.

horóscopo semanal de virgo VIRGO
En tu psique se abrirá un momento de epifanía y podrás vislumbrar el día y la hora de tu muerte. Esto te pillará de sorpresa y puede que te entre un breve acceso de terror. Pero no te preocupes porque esa revelación no es muy fiable por una serie de interferencias astrales que se producirán esta semana. Lo cual quiere decir que lo más probable es que hayas vislumbrado la fecha de la muerte de otro nativo del signo de Virgo. Lo cual también puede querer decir que otro Virgo ha vislumbrado la fecha de tu ida de este mundo. En fin, cosas que tienen los astros y los guionistas de este blog…

horóscopo semanal de libra LIBRA
Cuidado con los excesos alcohólicos esta semana, Libra. Puedes perder la compostura estrepitosamente y hacer el ridículo de una manera exagerada e imperdonable. Así que te aconsejamos un poquito de mesura. Frugalidad al beber, al dormir, al dar consejos, al vestirte, al hablar con el vecino. En el amor, te decimos que ni fú ni fá, ni fó ni fí. Ni fifí ni fafá… Ni siquiera fofofó. Te jodes.

horóscopo semanal de escorpio ESCORPIO
Dado el aburrimiento y la falta de ideas en estas horas en que nos inunda la somnolencia de un soporífero y estúpido día de domingo, para ti no hay predicciones esta semana, amigo Escorpio. Haz lo que te venga en gana. Quedas libre del destino por el plazo de una semana.

horóscopo semanal de sagitario SAGITARIO
Te sacudirán pesadillas relacionadas con un Hombre de Cro-Magnon que se come tus vísceras con una pizquita de sal. No te sorprenda pues que al despertar falte un puñado de sal en la cocina y además te falte una pierna o un brazo.

horóscopo semanal de capricornio CAPRICORNIO
A partir del jueves te llenará un gran sentido del humor, no podrás controlarte y no podrás parar de contarle chistes a todo el mundo. Lo cual, si no te reprimes y te cuentas a ti solito frente al espejo los chistecitos, provocará que la gente más cercana acaben hasta la coronilla de ti. Por otro lado, deberías ponerte para el otro lado.

horóscopo semanal de acuario ACUARIO
Como en una telenovela, vivirás una semana de emociones muy intensas: descubrirás la más infame y descarada infidelidad en tu entorno familiar, te traicionarán llevándote a la ruina, te atropellará un coche tipo Land Rover, descubrirás la existencia de un hijo tuyo secreto que tuviste una vez en que te narcotizaron y te violaron, un hermano tuyo caerá misteriosamente desde el piso número 22 de un rascacielos, y para colmo intentarán envenenarte y lo harán con éxito. Desde luego si sales vivo de esta semana, vas a tener muchas cosas que recordar.

horóscopo semanal de piscis PISCIS
Las energías sexuales que has estado reprimiendo durante los últimos veinte años estallarán, al fin, en forma de orgasmo sideral. No te sorprenda perder la conciencia ni que se te quede cara de feliz estupidez perfectamente idiotizada.


Nota: Algunas de las predicciones de este horóscopo, por razones obvias, están escritas en clave. Este horóscopo se publica (normalmente) todos los domingos. Cualquier concidencia con la realidad NO es SÓLO mera casualidad.

autor: pepeworks / josé martín molina

Recibe nuestro Horóscopo Semanal y demás curiosidades en tu correo electrónico (es gratis):
Introduce aquí tu email:


Delivered by FeedBurner

Sueño (62) publicado en Un laboratorio indecente el 22/11/2011


(62) De médicos y la extraña reencarnación

sueño: La consulta de los médicos medio yupis, medio hippys y la extraña reencarnación de mi padre y su transmutación en un amigo
Voy al médico. Me hacen entrar. La consulta consiste en una sala cuadrada con una mesa en su centro, alrededor de la mesa hay unos ocho médicos reunidos, hablando entre ellos, son jóvenes, con barba, algo modernos y algo hippys. Más que una consulta médica parece una reunión de negocios de gente medio vip. Encabeza la mesa el médico principal, que es el que me atiende. Los demás medio escuchan, permaneciendo más en un segundo plano. Nada más entrar el médico me ha detectado ansiedad. Le explico un poco mi historial clínico. Discutimos la posibilidad de tomar tranquilizantes, pero me niego en principio, me lo pienso un poco, con ciertas dudas, y me vuelvo a negar. Algo le diré, algo sobre la agorafobia que le deja helado y pasmado. Salgo de la consulta. En un espejo del ascensor me miro bien, ¿tanto se me nota mi estado? Eso parece.

Salgo a la calle. He tomado una determinación. Afrontar mis miedos. Ir a casa andando, aunque esté lejos, ya veremos a medio camino qué decido. Una resolución para quitarme todo de golpe. Casi al instante de salir del portal de la consulta médica, situado en un chaflán de la calle (similitudes con el barrio de Salamanca madrileño) oigo, clara e indistintamente, la voz de mi padre. En frente de mí una singular figura me está hablando. Sí, es mi padre, aunque no es exactamente él: se ha reencarnado. Y creo recordar que ya me dio algunos indicios de esto secretamente, de que volvería a nuestro mundo.

El caso es que ha vuelto medio recompuesto, como si le hubiesen hecho una cirugía frankensteiniana, tiene el rostro medio vendado (vamos, que me cuesta algo reconocerle) y partes del cuerpo mal ensambladas. Además, al poco de avanzar el sueño, mi padre se transmuta. Si antes estaba de pie, ahora reposa en la silla de la terraza exterior de un bar, con menos movilidad; si antes, salvo la venda, estaba entero, ahora tiene algunos trozos fofos mal injertados que me va enseñando; si antes, y este es el cambio más radical, era físicamente mi padre aunque de manera vaporosa, ahora se ha ido transformando poco a poco en mi amigo Toni Márquez. Así, el resultado final es un Toni Márquez bastante gordo y con serios problemas de movilidad, casi inválido. Total, que ahora me toca llevarle cargar con él, llevarle a cuestas.

A ratos, al principio, cargaré con Toni, luego irá andando a mi lado y en otros momentos estaré yo solo. Habrá que atravesar una zona urbana algo peligrosa, por donde campean maleantes y atracadores; termino decidiendo bordear esta zona para no correr riesgos (esto de atravesar la zona "conflictiva" en el regreso a casa se repite de cuando en cuando en mis sueños). Ahora miro hacia arriba, viendo el cielo recortado por la silueta de los edifidios. En otro momento, con Toni a mi lado, que estará muy hablador y metafísico, nos internamos por una pequeña nave industrial en ruinas. Allí veremos a un raro ser digno de lástima que embebido está dejando su firma haciendo pequeñas y singlares esculturitas de barro, bastante idénticas entre sí, aquí y allá. Este personaje está medio ido, algo enloquecido, es medio ex-toxicómano, frágil, empequeñecido, delgadito, moreno; camina semi agachado, disminuido y enajenado. Toni le ayudará con una de las esculturas, recolocando mínimamente un trozo. Al verlo, el pobre diablo se desencaja, bastante desequilibrado, murmura incoherencias, irritado porque han mancillado su obra y su pequeño mundo.

El libro de los sueños del autor José Martín Molina
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.

ver más información sobre el libro Sueños
adquirir el libro en España y Europa
adquirir el libro en Argentina
adquirir el libro en México
adquirir el libro en Colombia
comprar eBook en Amazon

26 noviembre 2011


Émile Zola : novela El dinero (ciclo Rougon-Macquart)
Émile Zola (1840-1902)
> ver biografía de Émile Zola
> ver más sobre Émile Zola





El dinero
de Émile Zola
[1891]


I


Acababan de dar las once en el reloj de la Bolsa, cuando Saccard penetró en la sala blanca y dorada de casa Champeaux, cuyas altas ventanas daban a la plaza. Con rápida mirada, recorrió las hileras de mesillas, donde los hambrientos comensales se apretujaban, pareciendo sorprenderse al no advertir el rostro que andaba buscando.

Cuando, en el alboroto del servicio, pasó junto a él un mozo cargado de platos, le interrogó:

—Oiga, ¿no ha venido el señor Huret?

—No, señor; todavía no.

Decidió entonces Saccard sentarse a una mesa que abandonaba un cliente, en el hueco de una de las ventanas. Creía haberse retrasado, y, mientras cambiaban el mantel, llevó sus miradas al exterior, examinando los viandantes de la acera. Aun después de haberle preparado la mesa, no se apresuró a encargar su comida, quedando unos momentos con la vista sobre la plaza, toda alegre en esta clara jornada de principios de mayo. A aquella hora, en que todos almorzaban, permanecía casi desierta. Bajo el suave verde de los castaños, los bancos estaban desocupados. A lo largo de la reja, en el estacionamiento de coches, la fila de éstos se prolongaba de punta a punta, y el ómnibus de la Bastilla se detenía en su parada, en la esquina del jardín, sin dejar ni tomar viajeros. El monumento, con su columnata, sus dos estatuas y su vasto césped, quedaban bañados por el sol, que caía a plomo, mientras a su alrededor se alineaba en buen orden un ejército de sillas.

Saccard, que se había vuelto, reconoció entonces a Mazaud, el agente de cambio, sentado a la mesa vecina, y le tendió la mano.

—¡Pero si es usted! ¡Buenos días!

—Buenos días —respondió Mazaud, estrechando su mano distraídamente.

Menudo, vivaracho, moreno y de aspecto agradable, acababa de heredar el cargo de uno de sus tíos, a los treinta y dos años. Se parecía mucho al comensal que se sentaba frente a él, un señor grueso de cara roja y afeitada, el célebre Amadieu, a quien veneraba la Bolsa desde su famoso golpe de las Minas de Selsis. Cuando los títulos habían bajado a quince francos y se consideraba loco a cualquier comprador, él empeñó en el negocio toda su fortuna, unos doscientos mil francos, al azar,
sin cálculo alguno, con una obcecación de bruto afortunado. Ahora, cuando el descubrimiento de auténticos y considerables filones había remontado el valor de los títulos por encima de los mil francos, salía ganando una quincena de millones. Y la estúpida operación que debió hacer que le encerraran, le elevaba al rango de los más despejados cerebros financieros. La gente le saludaba y, sobre todo, le consultaba. Por otra parte, el hombre no daba ya órdenes, como si se sintiera satisfecho al verse entronizado por su golpe genial, único y legendario. Mazaud debía cultivar su
clientela.

Al no obtener de Amadieu siquiera una sonrisa, Saccard dedicó un saludo a la mesa de enfrente, donde se hallaban reunidos tres especuladores a quienes conocía: Pillerault, Moser y Salmon.

—¿Qué tal? ¿Va todo bien?

—¡Hola; sí, no va mal!

Pero también entre éstos percibió cierta indiferencia, cercana a la hostilidad. Sin embargo, Pillerault, alto, enjuto, de gestos vivaces y nariz afilada en su rostro huesudo de caballero errante, tenía por costumbre la familiaridad del jugador que tiene por principio la temeridad, declarando que rodaba en las mayores catástrofes cuando se detenía a reflexionar. Imperaba en él la exuberante naturaleza del alcista, siempre encarado con la victoria, mientras que Moser, por el contrarío, bajo, de tez amarillenta que reflejaba una enfermedad del hígado, se lamentaba sin cesar, víctima de un persistente temor a los cataclismos. En cuanto a Salmon, frisando en la cincuentena, con soberbia barba negra como la tinta, pasaba por ser personaje de extraordinaria firmeza. No hablaba jamás y sólo respondía con sonrisas, sin que pudiera saberse cómo opinaba, ni siquiera si llegaba a opinar. Pero su forma de escuchar impresionaba de tal modo a Moser, que no era raro que éste, después de
hacerle una confidencia, corriese a modificar una orden, desconcertado por su silencio.

Ante la indiferencia que le testimoniaban, Saccard, con su mirada febril y provocadora, terminó de dar la vuelta en torno de la sala. Pero sólo cambió una inclinación de cabeza con un corpulento joven, sentado a tres mesas de distancia; el apuesto Sabatani, un levantino de rostro largo y moreno iluminado por unos hermosos ojos negros, pero de boca maliciosa e inquietante, que dañaba. La amabilidad de aquel joven acabó de irritarle. Era sin duda un ejecutado por alguna Bolsa extranjera, uno de aquellos seres misteriosos a quien amaban las mujeres, caído en el mercado desde el otoño anterior, y que ya había visto actuar como hombre de paja en un desastre bancario, mientras, lentamente, iba conquistando la confianza de los profesionales, con su corrección y su infatigable amabilidad, que prodigaba incluso a los más vencidos.

Ante Saccard se mantenía atento un mozo.

—¿Qué va a tomar el señor?

—¡Ah, sí!... Lo que usted quiera; una chuleta, unos espárragos...

Luego, volvió a llamar al mozo.

—¿Está seguro de que el señor Huret no ha venido antes que yo, marchándose luego?

—Sí, señor, completamente seguro.

Allí estaba, después del desastre que en octubre le obligó a liquidar sus asuntos, vendiendo su hotel del parque Monceau para alquilar un apartamento. Ya sólo le saludaban los Sabatanis al entrar en un restaurante donde había imperado; las cabezas no se volvían, ni se tendían a él las manos, como antes. Pero era buen jugador y sabía no experimentar rencor alguno, tras aquel último negocio de los terrenos, escandaloso y desastroso, del que escasamente había salvado el pellejo.
seguir leyendo la novela El dinero, de Émile Zola, del ciclo Rougon-Macquart



(El dinero, novela de Émile Zola perteneciente al ciclo Rougon-Maquart)
----------

25 noviembre 2011


Sueño (61) publicado en Un laboratorio indecente el 21/11/2011


(61) Mi padre se salva y mi hermana le increpa

sueño con que mi padre se salva milagrosamente y mi hermana le increpa
Resulta que mi padre, estando en el hospital, casi moribundo, y cuando ni ya los médicos creían en absoluto que se fuera a salvar, lentamente, pero rápido, empezó una milagrosa recuperación y ahora se encuentra, apareciendo de pronto, como una definida exhalación, en mi habitación del piso de Alcorcón. Mi madre aparecerá por la puerta del cuarto, quedándose muy sorprendido mi padre al ver que tenía ella llaves de la casa. Luego aparece en escena mi hermana (y mi madre hace mutis). Mi padre ha cambiado de posición, encontrándose ahora al lado de la puerta, mi hermana enfrente de él. Lo curioso es que en el sueño mi padre no dice nada, no habla, sencillamente estará de pie, como una telúrica aparición, pero a la vez con definida presencia.

Mi hermana se muestra muy hosca e hiriente con mi padre, diciéndole algunas barbaridades. Como que no se puede hacer lo que él ha hecho. También le espeta, con rencor, que se parece a Antonio y a Juan Antonio; más tarde intentaré hacerle ver a mi hermana que no se le pueden achacar cosas a mi padre de gente que no conoce. Pero durante las increpaciones de mi hermana a mi padre, yo permaneceré callado, completamente alucinado, porque mi hermana jamás ha utilizado semejante tono con mi padre. El colmo llega cuando mi hermana, casi gritando, le recrimina a mi padre que deje de tocar los cojones. Esto ya es desfasado y fuera de lugar. Mi padre luchando entre la vida y la muerte y cuando todos deseamos que se salve y parece conseguirlo, mi hermana le suelta que deje de tocar los cojones. Pues imagínate las ganas que va a tener de seguir viviendo si le reprochamos haber revivido... ¡Vaya un recibimiento! Luego, a solas con ella, discutiré con mi hermana su acre actitud tan poco filial, que por otro lado comprendo dado el nerviosismo y la angustia en que vivíamos pendientes del hilo de la vida de mi padre, pero ella se justifica taxativamente, creyendo estar asistida por la razón, con lo que es muy difícil que sea razonable y sensata.

El libro de los sueños del autor José Martín Molina
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.

ver más información sobre el libro Sueños
adquirir el libro en España y Europa
adquirir el libro en Argentina
adquirir el libro en México
adquirir el libro en Colombia
comprar eBook en Amazon

24 noviembre 2011



videobook realizado por pepeworks: www.pepeworks.com
web de María Cervantes: www.mariacervantes.net


-----> ver + VIDEOBOOKS

23 noviembre 2011



videobook realizado por pepeworks: www.pepeworks.com

-----> ver + VIDEOBOOKS

22 noviembre 2011


Sueño (60) publicado en Un laboratorio indecente el 18/11/2011


(60) Atrapados en las montañas rocosas de Alcorcón

Sueño: Atrapados en las Montañas Rocosas de Alcorcón y otras peripecias como el encuentro con Juan Echanove
Voy caminando y charlando por las calles de Madrid con el actor Juan Echanove. Le hablo de su gran interpretación y el personaje que hace en Cuéntame como pasó, y se siente muy halagado. También le recuerdo dos o tres películas en las que intervenía. El me describe un rodaje de los primeros que tuvo, sino el primero, con todo tipo de aventuras emocionantes, rodando por la noche, y que le hizo decidirse firmemente a dedicarse al cine y decirse "yo quiero ser actor". Nos metemos en algún bar. Juan procura no ser reconocido para que no nos molesten, pero es inevitable que las miradas se claven en nosotros, especialmente en él. En un bar, ante la barra, un biombo desplegable nos protegerá de las miradas curiosas.

Y hay un salto. Ahora, de noche, estoy volviendo en coche a Alcorcón, por la carretera de Extremadura. Me lleva, en su coche, Javiertito. Vamos charlando animadamente, yo especialmente estoy muy dicharachero. Javiertito me comenta que él me lleva encantado siempre y cuando yo le dé conversación, como hoy, ya que otras veces he ido sumamente silencioso y así no le compensa llevarme. Parece que al rato hay dos o tres personas más en el coche.

Ahora (ya es de día) estamos atravesando el montículo del primer puente que cruza la carretera de Extremadura para entrar en Alcorcón, pero de repente el coche se queda atascado, las ruedas no avanzan, como si estuvieran presas entre tenazas de potente barro. Debe ser que nos han tendido una trampa o algo similar. Hay como tablas claveteadas en las ruedas. A partir de aquí el sueño se convierte en una singular historia de supervivencia, en la que Javiertito ha desaparecido casi al instante. Resulta que estamos atrapados en el montículo, que ahora es una gran montaña pedregosa de la que no podemos salir. Yo me he transformado en un rudo francés con barba de náufrago y con extraños atavíos de explorador. Y tengo unos tres o cuatro hermanos, en muchos momentos gemelos, que también me acompañan en nuestro montañesco cautiverio. Tenemos toda la pinta de Robinsons Crusoe. Nos distinguen colores: uno es el azul, otro el verde, otro el rojo y así.

Hay más como nosotros atrapados en la montaña. Vivimos entre las grutas. Dejamos nuestros equipajes aquí y allá. Y así deambulamos: manchados de barro, las vestimentas hechas jirones, luengas barbas sin arreglar... En plan subsistencia, hasta que alguien nos saque o logremos salir de estas inexpugnables rocas.

En un momento dado estoy buscando algo entre las grutas. Me asalta la necesidad perentoria de defecar (yo y mis hermanos estamos con diarrea). Voy buscando entre las cavidades rocosas un cuarto de baño libre. Observo que sale fuego de detrás de unas de las puertas de los aseos. Daré la alarma. El fuego se propagará bastante en este baño, pero se logrará sofocar. El caso es que el fortuito fuego que ha surgido nos ha desvelado que una de las nuestras había preparado una serie de trampas para que no pudiésemos salir de aquí.

Ahora surge la posibilidad de que dos o tres de nosotros podamos escapar de las rocas. Para ello hemos conseguido dos o tres cajones, estrechos y hondos, de madera, que podremos utilizar como botes salvavidas para cruzar un enorme pantano que hay delante, ocupando la entrada de Alcorcón. Yo seré uno de los elegidos que podrá volver a la civilización. Nos ataviamos de lo necesario, enseres y demás que teníamos aquí y allá entre las grutas. Apenas quepo en el cajón, que está repleto de cosas; es realmente increíble que esto pueda flotar y que no se vuelque en una u otra dirección... La clave parece estar en repartir bien los pesos dentro del bote...

Los tres elegidos nos lanzamos a la aventura de atravesar el pantano. Al llegar, de repente, está todo el pantano lleno de gente bañándose. Todos están de pie, o sea que no cubre mucho, y nos miran con ojos atónitos por nuestras estrambóticas pintas de casi mendigos. Hablamos con ellos en francés o inglés, pero no pueden entendernos, aunque sí parece que en inglés algún extranjero nos capta, con lo que tendremos que tener cuidado con lo que digamos. La cuestión es que nos fastidia renunciar al bote (que es ridículo utilizar) y tener que mojarnos. Al final nos desplazaremos a pie, corriendo y metiéndonos por debajo de un túnel, ya que el agua ahora apenas nos cubre el pie.

El libro de los sueños del autor José Martín Molina
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.

ver más información sobre el libro Sueños
adquirir el libro en España y Europa
adquirir el libro en Argentina
adquirir el libro en México
adquirir el libro en Colombia
comprar eBook en Amazon

21 noviembre 2011


Sueño (59) publicado en Un laboratorio indecente el 02/11/2011


(59) La maldición de los taxis

sueño de terror humorístico: La maldición de los taxis en Madrid: borrachos, camorristas, paranoicos, secuestradores y enfermos sexuales
Estoy con mi amigo Javier Fernández Aracama de aquí para allá, recorriendo calles y sitios de ocio de Madrid, como bares y cosas por el estilo. Yo voy bien guapo y elegante, con una chaqueta algo chic de entre tiempo que me sienta de maravilla, atrayendo bastantes miradas de chicas de vez en cuando. Nos desplazamos andando por las calles, y también en unos singulares coches, cada uno el suyo (unos coches que tienen algo de juguete, quizá parecidos a los coches de choque de las ferias, aunque no del todo definidos). En un bar, por ejemplo, al salir subiendo por unas escaleras, le hago un chiste a una chica, algo como "quien fuera tabla", refiriéndome a rellenar un vacío para que pudiese avanzar, la chica se quedará encandilada. A todo esto Javier y yo llevaremos cada uno un libro bajo el brazo. Uno de esos libros, seguramente el de Javier, es de Julio Cortázar.

En fin, en muy buena compaña con mi amigo, de aquí para allá, hablando mucho, hasta que... me ha entrado un retortijón o algo peor (esas ventosidades que se te escapan y tienes serias dudas de que no se te haya escapado también algo de mierda adjunta). Con lo que ante el panorama de una posible diarrea y de imaginarme alguna mancha en los calzoncillos, la fiesta se ha terminado, momento de irme a casa. Así que me despediré de Javier, yendo cada uno en direcciones opuestas. Pero no sé por qué mi medio de locomoción, mi singular coche ha desaparecido y por hache o por be, Javier no me podía llevar, aunque quizá lo intentase.

Pero estoy cerca de casa. Hay que bajar por la cuesta de San Vicente, pero el paso estará bloqueado desde el puente por una enorme muchedumbre, que está expentante ante un concierto de música a sus pies. Todos son portugueses. (Es posible que vuelva a ver aquí a la chica a la que antes le hice el chiste de la tabla). Intento avanzar, pero resultará imposible pasar por aquí. Recularé algunos metros, a la búsqueda de un taxi.

Lo de los taxis está complicado, no pasan muchos y siempre suele haber gente aguardando la aparición de un taxi. Un chico y una chica me comentarán que llevan cuarenta minutos esperando. No sé si les aconsejo que lo mejor es moverse si no pasan taxis por un sitio, desde luego lo pienso. Por las calles hay tráfico y muchos grupos de personas, lo habitual en una noche de fiesta.

Metiéndome por una callejuela consigo dar con un taxi y cogerlo. El tipo que lo conduce, una suerte de guiri gigante y rubicundo, va algo achispado. Al poco se detendrá en un bar: una parada en el camino. Es un perfecto borracho. Le insto a que nos vayamos, pero él tiene que beberse su cerveza. Muy jocoso le preguntará al camarero, mal pronunciando al ser extranjero, que cuánta cerveza tiene que beber para no beberse su propio pis -por la sed- hasta llegar a París. Y da detalles de cómo no es la primera vez que se tiene que tragar su propio pis para calmar la sed. Por más que insisto no hay manera de mover al borrachuzo de la barra del bar para que me lleve a casa. Desisto y me largaré en busca de otro taxi.

Patearé algunas calles buscando las lucecitas verdes que anuncian la proximidad de un taxi libre. Algunos pasarán de largo, obviando mis señas, otros me los "quitarán" en mis narices otros peatones. Finalmente me alojará en su interior un coche que no tiene nada de taxi, por mucho que los jóvenes que van en él me aseguran que sí es un taxi. Dentro van unos cinco chicos y chicas. El coche se dirige por la calle Princesa hacia Moncloa. Pero, al poquito de haberme instalado dentro, detecto unas leves sonrisillas de complicidad secreta en los ocupantes del vehículo. La cosa no me gusta nada, aquí hay gato encerrado. En seguida, sin avisar, me apearé del coche, dejándoles estupefactos y frustrados sus planes, fueran cuales fueran.

Haré señas a otro taxi, que se detendrá. Me monto. El taxista, terriblemente desconfiado, me pregunta que si nos conocemos. No le entiendo, no sé a qué se refiere. Repite que si nos conocemos. Porque si no es así, y no parece que me conozca, entonces, me pregunta, que por qué para parar el taxi le he hecho señas como de saludo. Joder, lo que faltaba. Casi ni avanzamos, el conductor me analiza mucho y me hace todo tipo de preguntas, con una desconfianza rayana en la paranoia. Estoy por apelar a que tiene obligación de llevarme. Pero acabo por decidirme a abandonar este taxi y eso hago. Esto se está conviertiendo en una auténtica misión imposible...

De nuevo localizo otro nuevo taxi libre, en las inmediaciones de la Plaza de España. Según me acerco al taxi, veo que hay una muchacha en el asiento trasero que parece dormida, quizá esté inconsciente, lo cual me extraña, porque se supone que el taxi estaba libre. A todo esto se acerca a nosotros un gordo vagabundo seboso y nauseabundo. Tanto el gordo como yo nos quedamos completamente perplejos: el taxista, un joven largo y de aspecto descuidado y mal afeitado, se baja la bragueta a un palmo de la cara de la chica. Extrae una polla diminuta, enana, que tiene todo el glande de color azul. Una cosa realmente asquerosa. Acerca su miembro a la boca de la chica, y mientras ésta se está despertando, eyacula grumos de semen alrededor de su boca. La chavala, que parece medio drogada, ni se inmuta, se medio limpia, y nos cuenta que ya está acostumbrada a estas cosas y a estas horas (un poco más y llegaremos al amanecer). Y se irá como si nada.

Entro en el taxi, que está sucísimo, los asientos hechos jirones, viéndose la goma espuma del asiento, mal tapada con una polvorienta y vieja manta, pero me da igual, ya me da igual todo, aunque fuera el coche más cochambroso del mundo (y éste se le acerca mucho) yo iría en él, para llegar al fin y de una vez por todas a mi casa.

El podrido taxista arranca tan campante, pero hace algo raro, baja el coche por una rampa, hasta un sótano medio en ruinas, casi un estercolero. Intuyo el peligro y le diré al taxista rancio, como diciéndomelo a mí mismo en voz alta: "¡¡pero a ti te dan igual los chicos que las chicas!!", recordando lo que acaba de hacer con la extraviada muchacha. Y el tío asiente, efectivamente. Así, este último tramo del sueño consistirá en una huida cuesta arriba (por la rampa que lleva al sórdido sótano) y avanzando también a través de peldaños de escalera intentando zafarme del maldito taxista que me sigue pegado a mis talones. Agarro un palo largo que me encuentro por el ascendente camino y le voy atizando para sacarme al tipo de las espaldas, sin mucho éxito. Y para colmo, el gordo vagabundo destartalado de antes, debe ser su compinche, porque apareciendo de la nada, también me sigue para darme caza.

El libro de los sueños del autor José Martín Molina
Narración perteneciente al libro de relatos "Sueños" (Tomo I) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible tanto en formato libro como en formato eBook.

ver más información sobre el libro Sueños
adquirir el libro en España y Europa
adquirir el libro en Argentina
adquirir el libro en México
adquirir el libro en Colombia
comprar eBook en Amazon