Sueño (155) publicado en Un laboratorio indecente el 10/09/2012
Sueño perteneciente a la saga Sueños (Tomo II) de José Martín Molina
(155) Don Cripsín, el gran vendedor de obras de arte
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Sueño perteneciente a la saga Sueños (Tomo II) de José Martín Molina
(155) Don Cripsín, el gran vendedor de obras de arte
Por la noche camino junto a mis amigos David Pastor, Albero y un tercer colega indefinido. Estamos buscando un bar de copas, no sé cuál. Yo ando más despacio, no recuerdo si es que me pasa algo en la pierna o que tengo otros planes. El caso es que me quedaré rezagado, diciéndoles que ahora les cojo. Cuando algo después intento localizarles, será en vano, les he perdido la pista, aunque quizá más tarde encuentre a Albero y vague con él unos instantes. La noche está bien cerrada y desierta, apenas hay un alma por la calle. Finalmente, tras deambular por ahí, me dirijo a un bar que hay cerca de casa, un bar regentado por unos amiguetes (con reminiscencias del bar Horóscopo de la calle Ferrocarril). El local estará lleno de gente, de bote en bote, con mucha animación y ruido. Curiosamente mis conocidos, los dueños, están fuera de la barra y a modo de descanso o vacaciones ahora son servidos por otros camareros.
Rodeado de bullicio y algazara me preocupo porque aún me faltan unos cuatrocientos euros para pagar el alquiler. Así que invocaré la ayuda de don Cripsín, seguramente por teléfono. La influencia de don Cripsín se hace notar enseguida. De inmediato en el bar surgen de la nada una pareja de turistas, chico y chica de una raza quizá oriental, que vienen directamente a comprarme un cuadro pintado por mí de dimensiones similares a las de un folio. Me pagarán 400 euros y pico. Con lo que mi problema del alquiler desaparece milagrosamente. Oiré o presentiré un comentario referido a mí de alguien próximo del tipo "pobre hermana..." o algo parecido. Lo que me hace sospechar las artimañas de las que se ha valido el fabuloso don Cripsín para vender una de mis obras y sacarme del atolladero.
Algo después, don Cripsín, ya junto a nosotros en la tasca, logrará vender otra pintura de no sé quién por un precio astronómico. Y yo pensaré: "¡Seré gilipollas!, ¿cómo no se me ha ocurrido pedirle más dinero al infalible genio de don Cripsín?"
Don Cripsín es cuando menos un personaje misterioso y estrafalario. Se trata de un vagabundo cincuentón que circula por el barrio, algo obeso, barba intensa y desorganizada, con ropa de muchos colorines y manchada de abundantes lamparones. Es como si no pudiese aplicar su magia consigo mismo, sin embargo para los asuntos de los demás es un increíblemente eficaz vendedor de obras de arte.
Tan contento regreso por la mañana a una casa antigua que tenemos por aquí y que hace tiempo que no visito. Me da por pensar, según entro en el portal, que a ver si nos van a haber robado en el piso... Al doblar la esquina de la recepción, en el descansillo que lleva a las escaleras, me encuentro a mi hermana, que se halla atada de pies y manos sobre el suelo. Momento de espanto. Mientras la ayudo a liberarse, ella me explicará que se encuentra así por motivos oscuros de mafias en las que, sin comerlo ni beberlo, se ha visto envuelta. Palabras que me intranquilizan profundamente, mi imaginación se desata con miles de tramas confusas y muy peligrosas.
Rodeado de bullicio y algazara me preocupo porque aún me faltan unos cuatrocientos euros para pagar el alquiler. Así que invocaré la ayuda de don Cripsín, seguramente por teléfono. La influencia de don Cripsín se hace notar enseguida. De inmediato en el bar surgen de la nada una pareja de turistas, chico y chica de una raza quizá oriental, que vienen directamente a comprarme un cuadro pintado por mí de dimensiones similares a las de un folio. Me pagarán 400 euros y pico. Con lo que mi problema del alquiler desaparece milagrosamente. Oiré o presentiré un comentario referido a mí de alguien próximo del tipo "pobre hermana..." o algo parecido. Lo que me hace sospechar las artimañas de las que se ha valido el fabuloso don Cripsín para vender una de mis obras y sacarme del atolladero.
Algo después, don Cripsín, ya junto a nosotros en la tasca, logrará vender otra pintura de no sé quién por un precio astronómico. Y yo pensaré: "¡Seré gilipollas!, ¿cómo no se me ha ocurrido pedirle más dinero al infalible genio de don Cripsín?"
Don Cripsín es cuando menos un personaje misterioso y estrafalario. Se trata de un vagabundo cincuentón que circula por el barrio, algo obeso, barba intensa y desorganizada, con ropa de muchos colorines y manchada de abundantes lamparones. Es como si no pudiese aplicar su magia consigo mismo, sin embargo para los asuntos de los demás es un increíblemente eficaz vendedor de obras de arte.
Tan contento regreso por la mañana a una casa antigua que tenemos por aquí y que hace tiempo que no visito. Me da por pensar, según entro en el portal, que a ver si nos van a haber robado en el piso... Al doblar la esquina de la recepción, en el descansillo que lleva a las escaleras, me encuentro a mi hermana, que se halla atada de pies y manos sobre el suelo. Momento de espanto. Mientras la ayudo a liberarse, ella me explicará que se encuentra así por motivos oscuros de mafias en las que, sin comerlo ni beberlo, se ha visto envuelta. Palabras que me intranquilizan profundamente, mi imaginación se desata con miles de tramas confusas y muy peligrosas.
Narración perteneciente a la saga de relatos "Sueños" (Tomo II) del escritor José Martín Molina. Ahora disponible el primer tomo, tanto en formato libro como en formato eBook.
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Estás viendo el blog personal del escritor y diseñador José Martín Molina (Pepeworks). Puedes saber más sobre sus creaciones en sus sitios web:
► web de escritor: www.josemartinmolina.com
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Muchas veces, personajes como don Crispín son los más cuerdos del barrio.
ResponderEliminar¡Anda que lo de tu hermana!
Besos, Ester
Maravilloso don Cripsín (ojo, que no es "Crispín"), personaje querido creado por mi oculta psique, solucionador de problemas para todos menos para él mismo. Suele pasar.
EliminarSí, sí, que me acojonó mucho lo de mi hermana... Ay, que los sueños, sueños son... toda una realidad paralela!!
Besos!